Entendiendo los Trastornos del Espectro Autista

Un trastorno del desarrollo

Diagnóstico

El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del desarrollo caracterizado por una interacción social deficiente, comunicación limitada, problemas de comportamiento y una gama limitada de actividades e intereses. En 2021, los CDC informaron que 1 de cada 44 niños en EE.UU. está diagnosticado de TEA. Es más frecuente en niños que en niñas (1 de cada 27 niños, 1 de cada 116 niñas). 

Los individuos con TEA pueden mostrar una amplia variedad de síntomas conductuales, desde la incapacidad para desarrollar relaciones adecuadas con los compañeros hasta un retraso o una ausencia total del lenguaje hablado. En el caso de los individuos que sí hablan, puede haber un uso repetitivo del lenguaje o un retraso en la capacidad de mantener una conversación con los demás. Los síntomas del autismo también pueden incluir hiperactividad, falta de atención, impulsividad, agresividad, conductas autoagresivas y berrinches.

El tratamiento del autismo basado en la evidencia fomenta el desarrollo de las habilidades sociales y de comunicación, así como minimiza los comportamientos que interfieren en el funcionamiento y el aprendizaje. Un tratamiento del autismo intensivo, sostenido y basado en evidencia puede aumentar la capacidad del individuo para adquirir habilidades lingüísticas, de aprendizaje, habilidades sociales y desarrollar su potencial. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales es la referencia más aceptada para la clasificación y el diagnóstico de los TEA. La edición más reciente (DSM-5; American Psychiatric Association, 2013), redefinió los criterios diagnósticos para el TEA, que anteriormente se consideraba como tres diagnósticos distintos (es decir, trastorno autista, trastorno generalizado del desarrollo no especificado y trastorno de Asperger). El DSM-5, sin embargo, clasifica el TEA como un único trastorno caracterizado por déficits persistentes en la comunicación social y la interacción social, además de patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.

Señales y Síntomas

La manifestación y la gravedad de los síntomas varían mucho entre las personas con TEA. Los primeros signos del TEA pueden observarse en un bebé de tan sólo 6 meses. Algunos signos y síntomas comunes del TEA son:

  • Falta de contacto visual
  • No responder apropiadamente a los saludos
  • Dificultad para iniciar y mantener conversaciones con los demás.
  • No responder ante los gestos y expresiones faciales de los demás
  • Dificultad para utilizar gestos y expresiones faciales de forma adecuada
  • Parece no ser consciente de los sentimientos de los demás.
  • No participar en juegos de imitación
  • Prefiere jugar solo
  • Repetir sonidos, palabras o frases fuera de contexto
  • Se angustia ante pequeños cambios en las rutinas.
  • Realizar movimientos repetitivos, como agitar las manos o mecerse.
  • Juega con los juguetes de formas inusuales, por ejemplo, haciéndolos girar o alineándolos.
  • Tener un apego inusualmente fuerte a determinados objetos.
  • Limitar las conversaciones a temas muy concretos
  • Mostrar hipersensibilidad a sonidos o texturas.
  • Parecer indiferente al dolor.
  • Experimentar retrasos o estancamientos en el desarrollo de habilidades.
  • Pérdida de habilidades previamente adquiridas
  • Mostrar comportamientos desafiantes, como agresividad, rabietas y autoagresiones.

La Modified Checklist for Autism in Toddlers, Revised (M-CHAT-R) es una herramienta de detección gratuita y validada que evalúa el riesgo de TEA de una persona. Si le preocupa el desarrollo de su hijo, informe inmediatamente al pediatra y solicite que le remita a un especialista que pueda realizar evaluaciones más exhaustivas.

Prevalencia

Los factores que contribuyen al aumento de las tasas registradas de TEA no se conocen del todo. Aunque el aumento de las tasas puede explicarse en parte por la mejora de las prácticas de detección y diagnóstico, los investigadores también están estudiando el papel de diversos factores de riesgo ambientales y genéticos. La prevalencia de los TEA ha aumentado más de un 150% desde el año 2000. Las estadísticas de los CDC revelan que el TEA está presente en todas las razas, etnias y grupos socioeconómicos. Además, los niños tienen más probabilidades de desarrollar TEA que las niñas.

Factores de Riesgo

No existe una única causa conocida para el TEA. Más bien, las pruebas sugieren que hay muchos factores implicados en el desarrollo del TEA. Los investigadores están explorando activamente el papel de diversos factores de riesgo genéticos y ambientales.

Se ha descubierto que la genética desempeña un papel importante en el origen de los TEA. Las pruebas indican que los hermanos de personas con TEA tienen un mayor riesgo de desarrollar TEA. Las investigaciones realizadas en gemelos han revelado que la genética desempeña un papel importante en el desarrollo del TEA. Además, las tasas de TEA son más altas entre las personas con diversos trastornos genéticos, como el síndrome X frágil y la esclerosis tuberosa. Se ha descubierto que numerosas mutaciones genéticas aumentan en diversos grados el riesgo de desarrollar TEA. A veces, las mutaciones genéticas se heredan de un progenitor portador de la misma mutación genética; otras veces, las mutaciones genéticas se producen espontáneamente. La edad avanzada de los padres, es otro factor de riesgo del TEA, ya que puede aumentar la probabilidad de mutaciones genéticas que se producen espontáneamente al copiarse el material genético de padres a hijos. 

Además de los factores genéticos, se ha descubierto que varios factores ambientales aumentan el riesgo de desarrollar TEA. Muchos de ellos son exposiciones prenatales, como el contacto de la madre con niveles elevados de contaminación atmosférica, las infecciones virales y bacterianas de la madre y la ingesta de algunos medicamentos de venta con receta, como los algunos inhibidores de la recaptación de serotonina, que son un tipo de antidepresivos. Por otra parte, se ha observado que las vitaminas prenatales ingeridas durante el embarazo y los meses anteriores reducen el riesgo de TEA. Las complicaciones del parto relacionadas con la falta de oxígeno también se asocian a un mayor riesgo de TEA.

Tratamiento

La intervención conductual intensiva (IBI) que utiliza los principios y procedimientos del análisis conductual aplicado (ABA) es el único tratamiento empíricamente validado para el TEA. El ABA se lleva a cabo con una alta intensidad, normalmente entre 30 y 40 horas semanales, durante varios años. Las pruebas sugieren que una mayor intensidad de tratamiento produce mejores resultados. Las pruebas también indican que el ABA es más eficaz si se inicia en las primeras etapas del desarrollo; sin embargo, los servicios iniciados a cualquier edad son beneficiosos para la adquisición de habilidades valiosas.